domingo, 16 de junio de 2013

Tentativa de agotamiento de un lugar del Alborán


En octubre de 1974, Georges Perec, uno de los fundadores del OULIPO (siglas que en francés equivalen a Taller de Literatura Potencial), se instaló durante tres días seguidos en la plaza Saint-Sulpice de París. En distintos momentos del día anotó todo lo que veía: los acontecimientos de la calle, los transeúntes, los turistas, los vehículos, los perros. Lo denominó Tentativa de agotamiento de un lugar parisino. Perec hizo listados de todos aquellos hechos más insignificantes de lo cotidiano. No pretendía describir los edificios de la plaza ni sus monumentos, multitud de veces fotografiados o inventariados en guías turísticas o libros de arte. Su mirada recogió los mil pequeños detalles imperceptibles que componen la vida, las innumerables y sutiles variaciones de lo que está vivo. Como homenaje a Georges Perec y las posibilidades expresivas que nos brindó su taller del OULIPO, esta tarde lluviosa de tímida primavera hemos decidido llevar a cabo una particular «Tentativa de agotamiento de un lugar del Alborán». En concreto, su jardín, a estas horas desierto, salvo por nuestros alumnos de Profundiza, pequeños Robinsones cada uno de su banco que, libreta en mano, anotaron aquello que ocurre cuando no ocurre nada, solo el paso del tiempo, de unas notas de música, de las nubes.

Veo un cielo nublado, cinco farolas apagadas, tres olivos, dos palmeras, unas escaleras con seis escalones, seis papeleras, veintinueve ventanas, muchos coches de colores en el aparcamiento, siete pájaros volando, la música contigua del conservatorio y  el sonido que hacen las campanas de una iglesia cercana.
Adrián Martín


Por debajo de la puerta grande y roja de la entrada se ven pies que pasan por la calle. De fondo, se escuchan varios instrumentos y voces de chicas. En el suelo hay varios chicles pegados, cáscaras de pipas y algunos restos de pintura. En un edificio, a unos veinte metros, se distinguen varias antenas en el tejado. Se oye una moto pasar. Se oyen algunos pájaros, entre los árboles se los ve moverse. Algunas personas a mi alrededor muerden el Boli o juegan con él. Sobre nosotros hay nubes grisáceas. Las primeras gotas caen. Va a llover. Suenan unas campanas. Nos tenemos que ir.

Nilo Frías 


Finalmente, decidimos jugar al ars combinatoria, que tanto gustaba igualmente a Perec, y barajamos las impresiones de dos alumnos. Se reparten cartas: 


Tiempo: nublado y un poco de frío.
Cielo gris, todavía es de día.
Pájaros volando en todas direcciones.
Quince bancos, solo siete ocupados.
En el parking, coches de todos los colores.
Seis papeleras.
Losas cuadradas (con chicles pegados).
Edificios de ladrillos naranja.
Tubos fluorescentes encendidos en un tercer piso.
Una sombra se refleja en la puerta del edificio.
Un cartel rojo: “Música, 1988-2008”.
Suena el himno de la alegría interpretado por un instrumento de viento.
Dos chicas con mochila pasan.
Vuelve la música.
Dos, tres, cuatro personas están cantando.
Los pájaros trazan círculos sobre el conservatorio.
Suenan las campanas de una iglesia.
Empieza a llover.
Llueve.

Alma y Miguel Ángel
 

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